La idea de “Arte = vida” ha servido de máxima a todo un catálogo de corrientes, estilos y propuestas que acabaron (como siempre) participando de la «estetización generalizada» de nuestra sociedad. Por otro lado, esa misma idea, tan sugerente y aparentemente emancipadora, se vació de sentido y contribuyó a afirmar el carácter ficcional del arte.
En la presentación de Gregorio Sánchez pudimos conocer a “Ciudadano Cero”, y es precisamente en esta confusión de personas, nombres y ciudadanos en donde encontramos un ejemplo de identificación entre arte y vida que no se somete a la presión estética ni a la impostura de la ficción.
Gregorio mostró en Zuloa sus cuadernos, en donde sus vivencias y relatos se sirven del dibujo; no hay ilustraciones, sino deliberado desconcierto de imágenes y experiencias. Nos trajo también escritos, papeles y objetos que diseminó por la sala como un compendio de lo que es su modo de creación, su pensamiento áspero y su forma de entender el mundo. Bolsas de papel con consignas escritas con rotulador, leyendas para camisetas, objetos, medicamentos, ropas usadas, cartones, un óleo “intervenido”, todo servido como en catarata, como es él, como es su discurso…
La Conferencia de Gregorio fue la presentación efectiva de “Ciudadano cero”. En su speech, el relato de su indigencia, de su situación de completa precariedad y su afilada crítica a la hipocresía social (consumismo, avaricia, egoismo…), nos acercó un modo de estar en la vida que a veces se nos hace invisible o que directamente evitamos. La presentación de “Ciudadano cero” nos situó frontalmente ante el tema de Inmersiones_2012. No podemos hablar de paz sin hablar con los que no tienen la palabra; no podemos entender un arte cómplice de un sistema cuya lógica no es otra que las múltiples formas de la violencia social.